lunes, 20 de diciembre de 2010

La reivindicación de géneros: los niños y las niñas, los maestros y las maestras

Ahora muchos periodistas de La radio se han hecho eco de una nueva moda en el discurso y se habla de los niños y las niñas, los ciudadanos y las ciudadanas cubanas, los maestros y las maestras, los arquitectos y las arquitectas, los doctores y las doctoras, los periodistas y las periodistas.
Años atrás sólo en discursos e intervenciones públicas se decía “señoras y señores”. En las reuniones de trabajo quien presidía una reunión empleaba una simple palabra “compañeros”. Bastaba decir los ciudadanos de este país, los niños cubanos, los profesores, los maestros, los dentistas, los médicos, los estudiantes, los escritores, los maestros y se daban por incluidos hombres y mujeres.
Llega esta diferenciación a tal punto que algunos sectores se molestan si no se.
La lucha por los derechos y la igual de la mujer, su rol en la sociedad no es un simple problema gramatical. Precisa mucho más que palabras es la eliminación de diferencias socioculturales.
Lo cual además de ser un soberano disparate lingüístico, no minimiza las desigualdades que existen entre las mujeres y los hombres. Ni reivindica el papel de la mujer en la sociedad, ni contribuye a eliminar la situación de inequidad, de discriminación, la falta de derechos y la opresión en que tradicionalmente ha vivido la mujer
Con esta diferenciación oral entre hombres y mujeres no creo que se resuelvan los problemas discriminatorios ni se toma conciencia de la urgencia necesaria de defender los derechos de reivindicación social o política o histórica de las mujeres y de los niños.
Todos sabemos que el uso del masculino como genérico no está condicionado de ninguna manera a la oposición o desigualdad entre los géneros masculino -femenino.
Lo que si está claro, gramaticalmente es que se utiliza esta diferenciación de género sólo si es relevante.

Sobre el tema la Real Academia de la Lengua explica de manera clara:

“Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.
La mención explícita del femenino se justifica solo cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones”.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Manipulación de la información radial

Manipular la información es todo un arte, que tanto en La Radio, como en todos los medios de prensa se hace con inteligencia, una buena dosis de sutileza y despotismo.
En mis comentarios anteriores me referí de manera operativa a la manipulación de la información en La Radio. Pero es muy útil para un mejor entendimiento analizar la Manipulación a la que estamos todos sometidos. La manipulación que hoy se extiende por todo el mundo y de la cual, lamentablemente, no tenemos escapatorias.
De manera muy particular me interesó un estudio Noam Chomsky, lingüista y filosofo, quien se autodefine políticamente a sí mismo como un anarquista o socialista libertario, según señala la enciclopedia libre Wikipedia

Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática
1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Manipulación de la información radial ( segunda parte)

No es sólo lo que se dice sino como se dice. Así, como en el lenguaje oral la expresión corporal y visual contribuyen a acentuar las ideas que se expresan, los componentes del lenguaje radial apoyan o se oponen a lo que se dice, ironizan o dejan margen a la duda.
Se manipula con la palabra: De acuerdo a los matices que se empleen en la entonación varia el mensaje y para ello se apela a los cambios en la intensidad (alto, bajo), en el tono (grave, medio, agudo), en el timbre (cálido, indiferente, molesto), el ritmo o tempo de la lectura (rápido, lento).
Se manipula con la música: Con ella se transmiten sentimientos y emociones con lo que se logra la empatía o el rechazo.
Se manipula con el silencio: Un silencio oportuno realza el dramatismo, la ambigüedad, la expectación, puede servir para despertar la intriga, la reflexión.
Se manipula con los efectos: Utilizados de manera expresiva transmiten emociones y estados de ánimo.
Si al expresar una frase la deja en anticadencia la intención varia. Deja la idea en suspensión por tanto crea la duda.
Una muletilla empleada en determinado momento puede servir para inducir cierta duda igual sucede con una risita de una frase.
Un número musical determinado puede contradecir la información que le precede.
Con la entonación se logra imprimir a la palabra del matiz necesario para expresar ironía, duda, ira. Se apela a la emoción y es la posibilidad deseada para influir en el oyente.
Se manipula incluso en aquellas informaciones en las que se expresan opiniones diversas, por lo general se ponen en contraposición puntos de vistas totalmente diferentes, a veces dogmaticos o contraproducentes.
La manipulación de la información siempre está presente. Unas veces, de manera natural, y otras muy bien pensada aplicada de manera sutil, engañosa y apelando a todos sus recursos con tal de lograr influir. El asunto es que sea aceptado el producto que se venda, ya se trate de una idea política, social, de género o un bien de consumo.
El poder de la prensa es reconocido y su influencia es bien utilizada. Los dueños de los medios trazan muy bien sus líneas editoriales. Toda información pasa por un filtro que está en plena concordancia con los objetivos de cada medio ya sea La radio, la prensa escrita, la TV o las páginas web. Como periodista tienes la posibilidad de acatar esos objetivos editoriales o te sales del juego, renuncias y te vas a otra emisora a otro medio, dónde acatarás otros objetivos.
“ Una manipulación técnica impuesta por la rutina periodística, en el sentido de que un periodista trabaja en unas condiciones materiales dadas, un formato dado, ya sea un límite de espacio en un diario o de tiempo en radio o en televisión, que implica hacer un primer filtraje, un primer resumen de la noticia. Además existen unas limitaciones empresariales impuestas por los intereses económicos y políticos de la empresa de comunicación, cosa que influye en mayor o menor grado en las informaciones que dan, su contrapartida está en el hecho de que es conveniente contrastar los distintos medios de comunicación para tener un punto de vista más amplio”. (1)

( 1) http://html.rincondelvago.com/manipulacion-de-los-medios-de-comunicacion

jueves, 9 de diciembre de 2010

Como manejan los periodistas la información (Primera parte)

La manipulación de la información. Este es un tema que genera diversas y controvertidas opiniones.
Todos los periodistas somos manipuladores de la información. Como también la manipulan otros profesionales como los educadores, los médicos, los arquitectos, los publicitas, los empresarios, los intelectuales, los dirigentes, los jefes y por supuesto los políticos. La relación es, por supuesto, mucho más larga.
La manipulación siempre está presente ya sea de manera intencionada o natural. Sin lugar a dudas toda manipulación en la información es inescrupulosa sin embargo hay que saber distinguir que hay una manipulación menos dañina, que no ingenua.
El periodista siempre manipula la información:
-Manipula para cumplir con las pautas que exige el órgano de prensa. Pautas que están muy bien definidas por el dueño. Ya sea una empresa privada o el estado.
- Manipula al seleccionar y jerarquizar los datos a publicar.
- Manipula cuando determina el orden de prioridad de la información.
- Manipula cuando publica esta información y no aquella.
- Manipula cuando mantiene la información en titulares durante varios días.
-Manipula cuando determina silenciar un hecho determinado ya sea de interés local,
nacional o internacional.
_ Manipula cuando solo relata una parte de la verdad
_ Manipula quien centra la atención del oyente en un hecho determinado con el fin de contrarrestar la significación de otro acontecimiento del que no le es conveniente publicar.
- Manipula cuando elige la fuente informativa.
_ Manipula cuando elige a determinadas agencias para seleccionar las informaciones con las que redactará los boletines de noticias.
_Manipula cuando elige determinadas palabras para referirse y catalogar sectores determinados. Ejemplo: Inmigrantes/ ilegales, guerrillas/ terroristas, hambre/miseria.
Se pueden seguir enumerando actos concretos que demuestren la manipulación en la información.
Ningún periodista está libre de la manipulación. Tampoco ningún medio de prensa. Las políticas informativas que se siguen están bien pensadas y dirigidas a un fin concreto y certero, y esas políticas informativas no son más que la manipulación de la información ya sea de forma elegante o grosera.
Lo que no puede hacer un periodista es manipular la información de forma tal que tergiverse los hechos de la noticia. El oyente tiene a su alcance emisoras, agencias de prensa, periódicos, revistas, TV, Internet y descubrirá rápidamente y con facilidad el engaño. Después será muy difícil que vuelva a confiar en usted y en el medio que representa.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cuando de periodismo y periodista se trata

Tuve la suerte de re encontrar este texto de García Márquez y comencé a extraer algunas de las ideas que expresa. Después me di cuenta que es mejor ponerlo completo y le sugiero que lo lea completo.


El mejor oficio del mundo
[Discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa -Texto completo]

Gabriel García Márquez
A una universidad colombiana se le preguntó cuáles son las pruebas de aptitud y vocación que se hacen a quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: “Los periodistas no son artistas”. Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario.
Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran.
El periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y notas editoriales. La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años -siendo el peor estudiante de derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso.
La misma práctica del oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural, y el mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral. Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo... como nosotros mismos lo llamábamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y dos veces presidente de Colombia, no era ni siquiera bachiller.
La creación posterior de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra el hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico. Ahora ya no son sólo para la prensa escrita sino para todos los medios inventados y por inventar.
Pero en su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la Comunicación o Comunicación Social. El resultado, en general, no es alentador. Los muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo sobre la vocación y las aptitudes congénitas. Y en especial sobre las dos condiciones más importantes: la creatividad y la práctica.
La mayoría de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos. Algunos se precian de que pueden leer al revés un documento secreto sobre el escritorio de un ministro, de grabar diálogos casuales sin prevenir al interlocutor, o de usar como noticia una conversación convenida de antemano como confidencial. Lo más grave es que estos atentados éticos obedecen a una noción intrépida del oficio, asumida a conciencia y fundada con orgullo en la sacralización de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida.
Es cierto que estas críticas valen para la educación general, pervertida por la masificación de escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Pero en el caso específico del periodismo parece ser, además, que el oficio no logró evolucionar a la misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las empresas se han empeñado a fondo en la competencia feroz de la modernización material y han dejado para después la formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores. La deshumanización es galopante.
No es fácil entender que el esplendor tecnológico y el vértigo de las comunicaciones, que tanto deseábamos en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agonía cotidiana de la hora del cierre. Los principiantes se quejan de que los editores les conceden tres horas para una tarea que en el momento de la verdad es imposible en menos de seis, que les ordenan material para dos columnas y a la hora de la verdad sólo les asignan media, y en el pánico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qué, y menos para darles una palabra de consuelo. “Ni siquiera nos regañan”, dice un reportero novato ansioso de comunicación directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un papá sabio y compasivo, apenas si tiene fuerzas y tiempo para sobrevivir él mismo a las galeras de la tecnología.
Creo que es la prisa y la restricción del espacio lo que ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos como el género estrella, pero que es también el que requiere más tiempo, más investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de escribir. Es en realidad la reconstitución minuciosa y verídica del hecho. Es decir: la noticia completa, tal como sucedió en la realidad, para que el lector la conozca como si hubiera estado en el lugar de los hechos.
Antes que se inventaran el teletipo y el télex, un operador de radio con vocación de mártir capturaba al vuelo las noticias del mundo entre silbidos siderales, y un redactor erudito las elaboraba completas con pormenores y antecedentes, como se reconstruye el esqueleto entero de un dinosaurio a partir de una vértebra. Sólo la interpretación estaba vedada, porque era un dominio sagrado del director, cuyos editoriales se presumían escritos por él, aunque no lo fueran, y casi siempre con caligrafías célebres por lo enmarañadas. Directores históricos tenían linotipistas personales para descifrarlas.
Un avance importante en este medio siglo es que ahora se comenta y se opina en la noticia y en el reportaje, y se enriquece el editorial con datos informativos. Sin embargo, los resultados no parecen ser los mejores, pues nunca como ahora ha sido tan peligroso este oficio. El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite equívocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen entero crédito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que pidieron no revelar su nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve, amparan toda clase de agravios impunes. Pero el culpable se atrinchera en su derecho de no revelar la fuente, sin preguntarse si él mismo no es un instrumento fácil de esa fuente que le transmitió la información como quiso y arreglada como más le convino. Yo creo que sí: el mal periodista piensa que su fuente es su vida misma -sobre todo si es oficial- y por eso la sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relación de complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.
Aun a riesgo de ser demasiado anecdótico, creo que hay otro gran culpable en este drama: la grabadora. Antes de que ésta se inventara, el oficio se hacía bien con tres recursos de trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían. El manejo profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarles a los colegas jóvenes que la casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La grabadora oye pero no escucha, repite -como un loro digital- pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las califica con su moral. Para la radio tiene la enorme ventaja de la literalidad y la inmediatez, pero muchos entrevistadores no escuchan las respuestas por pensar en la pregunta siguiente.
La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que declaró. Para muchos redactores de periódicos la transcripción es la prueba de fuego: confunden el sonido de las palabras, tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren por el infarto de la sintaxis. Tal vez la solución sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya editando con su inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera categoría de testigo invaluable. De todos modos, es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas, y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad, sino también por falta de dominio profesional.
Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón.
El objetivo final debería ser el retorno al sistema primario de enseñanza mediante talleres prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas, y en su marco original de servicio público. Es decir: rescatar para el aprendizaje el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde.
Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una especialidad específica -reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión, y tantas otras- bajo la dirección de un veterano del oficio.
En respuesta a una convocatoria pública de la Fundación, los candidatos son propuestos por el medio en que trabajan, el cual corre con los gastos del viaje, la estancia y la matrícula. Deben ser menores de treinta años, tener una experiencia mínima de tres, y acreditar su aptitud y el grado de dominio de su especialidad con muestras de las que ellos mismos consideren sus mejores y sus peores obras.
La duración de cada taller depende de la disponibilidad del maestro invitado -que escasas veces puede ser de más de una semana-, y éste no pretende ilustrar a sus talleristas con dogmas teóricos y prejuicios académicos, sino foguearlos en mesa redonda con ejercicios prácticos, para tratar de transmitirles sus experiencias en la carpintería del oficio. Pues el propósito no es enseñar a ser periodistas, sino mejorar con la práctica a los que ya lo son. No se hacen exámenes ni evaluaciones finales, ni se expiden diplomas ni certificados de ninguna clase: la vida se encargará de decidir quién sirve y quién no sirve.
Trescientos veinte periodistas jóvenes de once países han participado en veintisiete talleres en sólo año y medio de vida de la Fundación, conducidos por veteranos de diez nacionalidades. Los inauguró Alma Guillermoprieto con dos talleres de crónica y reportaje. Terry Anderson dirigió otro sobre información en situaciones de peligro, con la colaboración de un general de las Fuerzas Armadas que señaló muy bien los límites entre el heroísmo y el suicidio. Tomás Eloy Martínez, nuestro cómplice más fiel y encarnizado, hizo un taller de edición y más tarde otro de periodismo en tiempos de crisis. Phil Bennet hizo el suyo sobre las tendencias de la prensa en los Estados Unidos y Stephen Ferry lo hizo sobre fotografía. El magnifico Horacio Bervitsky y el acucioso Tim Golden exploraron distintas áreas del periodismo investigativo, y el español Miguel Ángel Bastenier dirigió un seminario de periodismo internacional y fascinó a sus talleristas con un análisis crítico y brillante de la prensa europea.
Uno de gerentes frente a redactores tuvo resultados muy positivos, y soñamos con convocar el año entrante un intercambio masivo de experiencias en ediciones dominicales entre editores de medio mundo. Yo mismo he incurrido varias veces en la tentación de convencer a los talleristas de que un reportaje magistral puede ennoblecer a la prensa con los gérmenes diáfanos de la poesía.
Los beneficios cosechados hasta ahora no son fáciles de evaluar desde un punto de vista pedagógico, pero consideramos como síntomas alentadores el entusiasmo creciente de los talleristas, que son ya un fermento multiplicador del inconformismo y la subversión creativa dentro de sus medios, compartido en muchos casos por sus directivas. El solo hecho de lograr que veinte periodistas de distintos países se reúnan a conversar cinco días sobre el oficio ya es un logro para ellos y para el periodismo. Pues al fin y al cabo no estamos proponiendo un nuevo modo de enseñarlo, sino tratando de inventar otra vez el viejo modo de aprenderlo.
Los medios harían bien en apoyar esta operación de rescate. Ya sea en sus salas de redacción, o con escenarios construidos a propósito, como los simuladores aéreos que reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en la vida. Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Escribir para la radio. Errores comunes

Hace un par de días recibí un correo desde Perú solicitándome algunos ejemplos prácticos de errores en la redacción radiofónica. Si anotara todos los que escucho bien pudiera escribir una verdadera antología del disparate.

_Expresión no radiofónica: Los vientos que soplan hoy en torno al futuro del euro, la principal divisa europea, parecen chocar en sus propios contrasentidos con elementos positivos y pesimistas que lo rodean al mismo tiempo en Francia.
Expresión radiofónica: En Francia los vientos que soplan en torno al futuro del euro chocan con elementos positivos y pesimistas.

_Expresión no radiofónica: El XXXII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano...
Expresión radiofónica: El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en su edición TREINTA Y DOS ...

_Expresión no radiofónica: El 80 % de las tierras del patrimonio forestal de la isla está invadida por el marabú.
Expresión radiofónica: El 80 POR CIENTO de las tierras del patrimonio forestal de la isla está invadido por el marabú.

_ Hay aniversarios que se celebra y otros que se conmemoran: Se celebra el aniversario del natalicio de… o de la fundación de la entidad tal…
Se conmemora el aniversario de la muerte de … de la batalla tal, del atentado a …

_ Las lluvias siempre caen. Es un soberano disparate decir “lluvias caídas”.
_ Otro dispararte común: Los planes futuros. Todos los planes son futuros.
_ Cuantas veces escuchamos “resultados alcanzados”. Si son resultados son alcanzados… o esa otra variante “planes propuestos”

_Hoy, 3 de diciembre de 2010 leí esta información:
Este diciembre es uno de los más fríos de los que se tenga registro en varios años a causa del frente ártico, informó Telesur.
Si andamos por el tercer día de diciembre asegurar tal cosa es una verdadera exageración. Seria correcto decir
Según la cadena Telesur este diciembre podría ser uno de los más fríos de los que se tenga registro en varios años a causa del frente ártico.

_Evitar vaguedades:
Por ejemplo: “Una nutrida multitud marchó en protesta…”
Expresión radiofónica: Cerca de MIL personas marcharon en protesta…”
Cerca de MIL , pueden ser Mil 50, MIL 40 ó 990 personas. Es una cifra aproximada.
Acentué la o entre números, aunque ahora la Real Academia de la Lengua dice que no es necesario. Recuerdo una profesora que cuando explicaba la necesidad de acentuar esa o, decía que un buen rollo se buscaría quien escribiera: mándame 4 ó 5 huevos, y por no poner el acento recibiera 405 huevos.