Los
radioperiodistas deben tener dos cualidades imprescindibles: puntualidad y
constancia. Nunca jamás deben llegar tarde a ninguna de sus citas y muchos
menos no llegar. Esto parece algo una
verdad de perogrullo pero no es tan así. Sobre todo en Latinoamérica. En
nuestros países, y en algunos más que otros, llegar tarde a una cita es,
lamentablemente, la regla.
Si
se trata de una entrevista o un encuentro entre usted como periodista y una o
varias persona pero se ve imposibilitado de asistir por razones muy
justificadas debe avisar con tiempo suficiente para que no le esperen. En
cambio si es una conferencia de prensa avise a la redacción de la emisora para
que puedan enviar a un sustituto. Si llega tarde puede perderse la mejor parte
y estar haciendo preguntas que el resto de los colegas van a criticar porque
las respuestas fueron dichas cuando usted no había llegado. Por lo tanto , les
está haciendo perder el tiempo.
He
observado que en la emisora llegan
jóvenes con muchos deseos de trabajar.
Los primeros días son bárbaros.
Demuestran interés, están dispuestos a hacer su trabajo así como turnos
extras. Pasados un par de meses
cualquier pretexto es válido para llegar tarde o faltar.
Las emisoras suelen transmitir
las 24 horas invariablemente todos los días del año. Es
indispensable la puntualidad absoluta,
para “salir al aire” o para una grabación. Los estudios tienen horarios
inviolables. No se aceptan minutos antes
ni minutos después.
Nunca
se debe llegar tarde a una
emisión. Es un verdadero caos cuando el
programa está por salir y falta uno de los integrantes del equipo o llega tarde
al trabajo de mesa. Si por razones determinadas
debe ausentarse, nadie es infalible,
debe avisar con tiempo suficiente para
localizar al sustituto.
Salvo cuando se decreta una programación
especial, el espacio programado para ese horario siempre va a ser transmitido a la hora
exacta y durará el tiempo habitual. Es
así cada día.